30.5.07

30 de mayo: game over

La migración de primavera parece ya cosa del pasado. La proximidad de ese pasado (hace tres días) no me ha evitado sentir cierta melancolía de lo que fue y ya no será hasta dentro de un tiempo. Avis fugit. Ni un correlimos. Ni una aguja. Ni garzas, ni garcetas, ni vuelvepiedras. Ya sólo 8 zarapitos trinadores (siempre se queda un grupito a pasar el verano) y 2 chorlitos grises animaban la ría este mediodía. Se sucedían suaves y breves los chubascos, siguiendo su propia ruta hacia el noreste con la misma pereza con la que yo iba y venía de uno a otro extremo del juncal, entreteniéndome en contar los territorios de lavandera boyera (8 en total), a falta de otra ocupación mejor. A media distancia, sobre la rizada superficie de la ría, que cambiaba de color al paso de cada nube, dos charranes comunes y tres patinegros, dos gaviotas reidoras y un puñado de patiamarillas. Poco después de confirmar la situación de uno de los nidos de lavandera, al que acudían a cebar el macho y la hembra con regular puntualidad, advertí a escasos tres metros la presencia de una rata. Nunca había visto una por aquí.

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